Estaba sentado en el borde de la ventana contemplando el silencio y las razones de una vida completamente vacía, y porque negarlo, también el suicidio. Había llegado a ese punto tras una vida de continuo fracaso, de continuas decepciones. No sentía que existiera esa luz al final del túnel.
Cada vez que sentía el impulso de lanzarme al vacío había algo que me detenía. Estuve en esa misma situación durante horas. Cuando de un momento para otro, sin anunciarse, me encontré conmigo mismo. Estaba sentado a mi lado, creo que el derecho era. Me miré extrañado, al principio pensé que era un reflejo en la ventana. Mi mente estaba totalmente fuera del foco de la realidad, por lo que volví a mirar. Pero allí estaba, tan real como la idea del suicidio.
El silencio reinó durante esos minutos que me quedé atónito observándome, no así mi mente que corría a velocidades inéditas. ¿Me había vuelto loco? ¿Importaba? Mi otro yo me miraba fijo. Sin pronunciar palabra. La tensión que esto generaba me llevo a hablar. El primer intento falló, mi boca no respondía. Pero con un poco de insistencia mi cerebro logró dar las órdenes apropiadas para que la boca funcionara.
- Hola.
- Al fin me dirigís la palabra. Que te pensás que soy, ¿una estatua?
- No, es que encuentro difícil hablar conmigo mismo. ¿Por qué vos sos yo, no?
- Ja Ja Ja… Si querés ponerlo de esa forma, claro, lo soy.
No supe que más decir. Él notó esto y empezó a divagar. Siempre mirándome a los ojos, creo que hasta sin pestañar.
- Asique… ¿estás acá contemplando el suicidio no?. ¿Tan mal nos fue en la vida para que cometas tal estupidez? Mirá nene, la cosa esta sencilla, si te tirás por la ventana, lo único que vas a lograr es crear arte moderno en el suelo. ¡Que ganas de joder que tenés eh!
- Pero….
- ¡Callate! ¡Estoy hablando!
Intenté expresar mi enojo conmigo mismo, pero las palabras no salieron. Asi fue como el otro yo siguió hablando.
- Vos te quejas de las penurias que te tocaron vivir, vos te quejas que no encontraste el amor, que no tenés un legado y no se cuanta otra estupidez, pero sos un cagón nene.. Un cagón. Y no intentes decir lo contrario, yo soy vos. Sé todo. ¿Sabes que?
- ¿Qué?
- Si te tirás por la ventana no vas a lograr nada. Nadie va a llorar por vos. O ¿eso es lo que querés? ¿Qué lloren por vos? ¿Tan egocentrista sos?
- Nunca lo había pensado de…
- Ya sé que no lo pensaste, deberías ponerte a pensar en otras cosas en vez de las pelotudeces que pensaste en los últimos días.
- Bue…
- Bue.. ¡las pelotas! Mirá, es sencillo, acabo de venir de tu entierro… Bah! Entierro. Te cremaron ¿viste? La municipalidad lo hizo, nadie reclamo tu cuerpo, nadie se enteró de tu deceso. Nadie lloró por tu muerte. La vida continúo sin más.
- Eso es deprimente. A nadie le importo.
- Y ¡no! Si ni a vos mismo te importa, como le va a importar a los demás. Creo que estás a tiempo de salir adelante, pero no con esa actitud estúpida que estuviste tomando estos últimos años.
Me quedé pensando, recordando mis últimos años. Viéndolos desde el punto de vista de mi otro yo, y tenía razón, había sido un cobarde. Rechacé ese viaje por miedo a lo desconocido, rechacé los intentos de acercarse de aquellas personas sólo para que no volvieran a lastimarme, había…
- Ya te diste cuenta ¿no? Mi otro yo interrumpió me tren de pensamientos.
- Creo que sí. Creo que podría..
- No! A mi con condicionales no, cambiá ese podría por un puedo. Mirá yo ya me tengo que ir, me están llamando. Empezá a hacer tu vida, empezá a vivirla, no me hagas volver.
Y así como había aparecido se fue. Y yo me quedé pensando al borde de la ventana.